Un EP y un LP, menos de veinte canciones, fueron suficientes para que Mission of Burma funcionaran como representantes estadounidenses del post punk. Boston, al este absoluto del país, les permitía mirar a Inglaterra con otra cercanía. Es por eso que su sonido podría haber convivido en un contexto más ameno y pequeño, y no en un momento en el que no tenían la contención del despliegue underground que surgiría con el hardcore. Mission of Burma era un caso aislado que se desplegaba con inteligencia, su economía de recursos era lo que los hacía tan enormes, sumado al trabajo de manipulación sonora en vivo, posiblemente herencia del dub o el krautrock por igual.
Peter Prescott, baterista del grupo y de Volcano Suns, tuvo la amabilidad de responder un breve cuestionario que será utilizado como parte de la investigación para el libro Escucho un mundo nuevo: Diálogos entre el rock británico y estadoundiense que publicará a fines de año Dobra Robota Editora.
Ariel Pukacz: Volcano Suns tiene una aproximación más punk que Mission of Burma, pero de todas maneras, en mi opinión, ambas tienen un sonido que se interconecta. ¿Cómo fue que encaraste este nuevo proyecto en su momento?
Peter Prescott: Burma tenía un gran uso armónico que me encanta. Me gusta mucho la dinámica que se generaba como trío entre lo melódico y lo ruidoso. Simplemente quise agregar más surrealismo y locura.
AP: También ese proyecto tuvo una vida más extensa. ¿A qué se debió esto? ¿Una escena underground más establecida, quizás?
PP: Fue casualidad, la sumatoria y pérdida de integrantes y mi propia terquedad.
AP: Mission of Burma tuvo una carrera complicada, en parte porque no había grupos de un sonido similar con los que compartir fechas. Boston estaba dominada por el straight edge. ¿Cómo fue lidiar con ese tipo de grupos y audiencia?
PP: La verdad es que Mission of Burma comenzó en un contexto garage/punk, pero un puñado de grupos de post punk comenzaron a aparecer (Girl, Maps, Bound and Gagged y otras), y cuando el hardcore surgió ¡nos gustó! Aunque había algunos tontos ahí, la energía era contagiosa.
AP: SST Records comenzó como un sello hardcore, pero muchos de sus grupos corrieron su sonido hacia otros estilos, como Hüsker Dü, Meat Puppets e incluso Dinosaur Jr., si se los piensa como continuación de Deep Wound. Fuera de la ética de Greg Ginn, ¿qué pensás del catálogo del sello y su concepto?
PP: Hubo un momento en el que fue el sello más alucinante de Estados Unidos, por esa razón: la energía del hardcore con el agregado de una gran apertura hacia otros estilos.
AP: ¿Cuál es tu opinión respecto a la etiqueta de «rock alternativo» a la que se vieron vinculados muchos grupos de los ochenta? ¿Tiene algún sentido para vos? Es decir, ¿es más una etiqueta sobre un modo de trabajar que de sonar?
PP: Fue una manera de arrastrar el punk al mainstream, supongo. Mi proyecto actual, Minibeast, es una reacción a los años en los que se evitó la verdadera innovación con etiquetas como «indie» o «alternativo».
AP: Es muy loco que Volcano Suns se haya separado justo en el momento en el que Nirvana daba el gran paso al mainstream. ¿Creés que el hecho de Nirvana firmase con Geffen fue el final de una era?
PP: El final o el comienzo, depende de cómo lo veas. Fue más una evolución, hay muchas cosas de los noventa que disfruto un montón (sobre todo los lanzamientos de Touch and Go Records). Pero sin duda esa época abarcó mucho del mainstream, cosa que Mission of Burma y Volcano Suns nunca hizo.