FIRE: VIDA Y OBRA DE LIZZY MERCIER DESCLOUX

Nacida en París y criada en Lyon, en su adolescencia Lizzy decide volver a su ciudad natal para estudiar arte. Durante estos años,y junto con la colaboración de su entonces pareja Michel Esteban, logran fundar el local Harry Cover, templo del movimiento punk en Francia, donde comercializaban indumentaria del estilo mientras en el sótano tocaban bandas locales. Esteban fundaría en esta misma época la revista musical Rock News, encargada de cubrir todos los acontecimientos artísticos de la Nueva York explosiva de comienzos de los ‘70s.

Trabajar para esta revista la llevaría a viajar a la ciudad en 1975, donde trabaría amistad con Patti Smith y, sobre todo, con Richard Hell, con quien en un futuro iniciaría una relación sentimental. Ambos colaboraron en lo que se convertiría en su primer regalo artístico al mundo, el libro de poemas y collages Desiderata. Este viaje a Nueva York sería revelador tanto para Lizzy como para Esteban, por lo que deciden hacer de la ciudad su hogar.

Una de sus primeras adquisiciones sería una guitarra Fender Jazzmaster, la cual aprendería a tocar de forma autodidacta, llevándola a formar el dúo vanguardista Rosa Yemen con el guitarrista D. J. Barnes. Si bien el mini LP lanzado por este dúo demuestra las habilidades minimalistas y a la vez enormemente abarcadoras de Lizzy con la guitarra, sería su primer disco como Lizzy Mercier Descloux el encargado de dejar en claro que su forma de crear sonidos era única hasta para la ciudad más llena de artistas “únicos” de la década. Acercándose al recientemente nacido movimiento de la no wave, el sonido frenético y esquizofrénico de su primer disco la llevaría a compartir escenario con personajes claves de la época, como Lydia Lunch.

La Nueva York de 1980 no era un escenario tan bueno para nuevos artistas como unos pocos años antes. Bandas actualmente de culto como los Lounge Lizards ganaban treinta dólares por semana, y eran los que más entradas vendían y más conciertos tocaban. La mayoría de los grupos que intentaban hacer giras fuera de la ciudad terminaban fracasando y con sus carreras jóvenes y prometedoras enterradas de forma permanente. Cansada de esta situación y aprovechando su amistad con Chris Blackwell, cabeza de Ze Records, logra financiar un viaje a Nassau, la capital de Bahamas. Allí grabaría lo que se considera su mejor disco, Mambo Nassau. Los ritmos caribeños de la región y el sonido de las sirenas de policía de la tumultuosa capital serían factores clave para el crecimiento sónico de Lizzy. La mezcla de su frenética forma de tocar junto con la música negra convierte a Mambo Nassau en una de las obras claves de la unión de la world music con el punk.

Los problemas con la distribución del disco y la partida de Esteban del sello discográfico harían que Mambo Nassau fuera un fracaso a nivel comercial, hecho que haría que Lizzy se mudara al sello CBS, a través del que lograría su objetivo de viajar a Sudáfrica para grabar con músicos locales.

La Sudáfrica de los ‘80s era la Sudáfrica del Apartheid, de la segregación racial más cruel, ese mal que lamentablemente nunca logra extinguirse de forma total. La llegada de Lizzy generó desconfianza entre la comunidad musical de Soweto, resentida con los músicos europeos por culpa del mítico y algo infame Malcolm McLaren, quien en 1983 grabó un disco con un importante número de músicos de la zona, y “olvidó” mencionarlos al momento de su publicación.

Con el tiempo, los miembros de la comunidad musical de los mbaqanga notaron que Lizzy no era como McLaren, sino que simplemente quería romper las barreras culturales para crear música con ellos. El resultado de esta unión musical se vería en el exitoso disco Zulu Rock. La mezcla de la canción popular africana con el idioma francés generaría el primer éxito musical a nivel comercial para Lizzy y sus músicos. La divertida «Mais ou sont passées les gazelles» sería un hit en Francia.

Zulu Rock fue también una declaración de ideales en contra del Apartheid, la unión de diferentes culturas para luchar contra la alienación social, dolorosamente aceptada como algo normal en Soweto. Acerca de la situación en la zona, Lizzy decía que “no podés ir al cine con una persona negra, ni dormir en sus casas, ni abrazarlos, ni bailar con ellos. El racismo existe en todas partes, tengo amigos negros en Nueva York que no pueden subirse a un taxi por la noche. Pero lo terrible de Sudáfrica es que el racismo es parte del sistema. Primero está la gente blanca, luego la gente india, luego los Métis y, al final de todo, la gente negra”. Zulu Rock representó un llamado al cambio de paradigmas. Mientras el resto de los europeos veían a África y su música como objetos arqueológicos muertos hace siglos, Lizzy demostraba que el continente y su gente estaban más vivos que nunca.

El éxito del disco duraría poco, debido a una confusión a la hora de acreditar a los músicos africanos. Varias de las canciones del disco son piezas musicales populares de la región que fueron rearmadas de tal manera que no tenía sentido acreditar a nadie por ellas. A pesar de dar explicaciones al respecto, los críticos fueron crueles con Lizzy, y sus planes de organizar una gira mundial con los músicos de Soweto quedaron estancados. El gobierno de Pretoria tampoco sería de mucha ayuda al respecto, ya que de todas formas no dejarían salir a los músicos del país.

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Deprimida por estos acontecimientos, decide refugiarse por un tiempo en Asia, donde la gente la adoraba. En 1986 y con una última ayuda económica dada por CBS, Lizzy se iría con su banda a Brasil a grabar el disco One For The Soul.

El carácter algo cansado y frustrado de Lizzy puede notarse en este álbum, más cercano a los sonidos tradicionales del blues que de sus experimentos pasados. Un deteriorado Chet Baker participaría en la grabación del disco. La producción exageradamente comprimida, clásica de la época, haría que One For The Soul madurara de mala forma a través de los años. Sorprende el hecho de que, a pesar de su seguidilla de fracasos comerciales, Lizzy siempre consiguiera de alguna forma u otra financiar sus aventuras artísticas.

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Lizzy y Chet Baker

1988 sería el año en el que vería la luz pública su último álbum, Suspense. Mezclando las formas musicales con las que había experimentado previamente con la new wave de moda de la época, sería un disco mucho más vivo y coherente que One For The Soul. Como básicamente todos los discos de Lizzy, Suspense también fracasaría y su carrera musical esta vez llegaría a su punto final. Sus últimas dos décadas de vida las pasaría viviendo casi de forma nómade entre África, Nueva York, India, Sudamérica y Francia.

Si bien había dejado de hacer música, su carrera artística continuaría a través de la pintura. En 1995 grabaría un disco con EMI, pero este nunca sería editado.

Lizzy muere de cáncer el 20 de abril del 2004 en la isla de Córcega. Los medios franceses ignoraron casi completamente su muerte, al igual que su vida. Richard Hell organizaría su funeral en el CBGB’s, al que asistiría su amiga Patti Smith y su ex novio Michel Esteban, junto con una enorme cantidad de fanáticos. Sobre ella, Patti Smith diría que “era tímida, pero energética, callada pero lista para atacar, como una pequeña serpiente. Era su propio invento, terca, reservada, abierta, imposible de mantener en su lugar, imposible no amarla.

 

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